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27 septiembre, 2005

Las incongruencias de Italia

El nuevo fracaso colectivo de Italia en un Mundial que parecía diseñado a medida para ellos tardará todavía un tiempo en producir reacciones de los protagonistas –hasta que salga el número de octubre de Bicisport, la biblia del ciclismo transalpino- más allá de los balbuceos típicos del pillado en sus contradicciones internas. De momento, sabemos que Petacchi no avisó hasta la última vuelta –“noté que tenía las piernas de madera”- de que no estaba súper, o al menos eso es lo que dice. También se habla de una sinusitis; de hecho, el día anterior se le pudo ver entrenando por la Castellana bien abrigado, como si el Mundial se disputase en Reykiavik y no en Madrid. Si es así, no se entiende porque Bettini se iba una y otra vez, forzando la puesta en evidencia del fenomenal sprinter. ¿O lo hacía a propósito?.

Quien sabe. Si que parece evidente que los otros corredores rápidos italianos –Pozzato, Tossato, Bennati y Velo- se mantuvieron al lado de su teórico líder hasta la sepultura, en este caso la lucha por la muy poco honrosa 28ª plaza. Ni uno sólo intentó irse por delante, enlazar con los fugados, organizarse para poder alcanzar. Un desastre sin paliativos, al nivel del ridículo de Lisboa 2001. Era la última vuelta a otro circuito que se presentó como duro y que después propició un sprint de 50 corredores. Simoni atacó desde la base de la subida y contaba con 15” preciosos para ser el primer escalador en décadas que luciese el maillot arcoiris –pasemos por alto el año de Luc Leblanc y Le Groupement-, mientras por detrás, contra toda lógica de selecciones nacionales, Lamfranchi se puso a tirar como un poseso, anulando la fuga. El escalador trentino siempre dijo que lo hizo porque le pagaba Mapei, interesado en una llegada con Freire y Bettini, como así fue. El ridículo no terminó ahí, porque en el sprint cada uno hizo su guerrita particular, con Il Grillo amargo segundo llevándose las manos al casco, Figueras séptimo y Bartoli décimo.

Este año ni eso. El primer italiano en meta ha sido, una vez más, Bettini, pero en el puesto 13º, el peor de un italiano desde que Saronni sólo pudiese ser 17º en el Mundial de 1983, el primero de LeMond. Ballerini ha quedado en muy mal lugar. Después del ridículo de Lisboa –nunca se quiso pronunciar sobre Lamfranchi- obtuvo oxigeno por el llamado consenso de Zolder, y nuevamente por el oro de Bettini en Atenas. En medio, la sensación de que no existe seleccionador. En Hamilton 03 dejó que Astarloa se fuese sólo, sin azuzar a Bettini a que saliese a por él, tras haber quemado a Di Luca en una escapada inútil. En Verona 04 su selección se quedó sin hombres rápidos cuando Bettini sufrió el infortunio en la rodilla: resultaba triste ver a Basso y Cunego atacando en una subida en la que no sólo no pudieron descolgar a un entonadísimo Freire, sino que arrastraban al resto del pelotón y deshacían al resto de corredores rápidos italianos. Y eso sin contar con que dejó a Rebellin en casa en su mejor temporada. Igual que este año ha dejado a Di Luca, que se hubiese desenvuelto muy bien en el circuito después de ser 5º en la Vuelta a Polonia.

Ballerini excluyó a Bartoli de la selección tras los sucesos de Lisboa. El superclase toscano se vengó dos años consecutivos ganando el Giro de Lombardía, pero nunca consiguió sacar de su cabezonería al seleccionador. Al anterior director de los azzurros, Antonio Fusi, lo echaron del cargo los periodistas italianos y los mismos errores de bulto, magnificados en su caso por razones que no comprendo. En cambio, con Ballerini todo es miel y hojuelas: ni una crítica a su labor de seleccionador, ni una voz en alto. Una auténtica omertà. Ellos sabrán, pero a este ritmo de ridículos va a resultar difícil que se les vuelva a tomar en serio como selección en mucho tiempo. ¿Apostamos a que Petacchi no vuelve a la selección italiana? Y no va a ser sólo por el recorrido de las próximas ediciones, no, sino porque, en cierta medida, ha roto la omertà. Ha dicho algo, poco, pero más que Bettini, cuyo lacónico “me voy al hotel”, nada más acabar la carrera, resulta elocuente. Eso sí, como algún italiano gane en Lombardía, ya se les acaba la depresión.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperemos que lo que aquí ha conseguido Antequera, que es la unión por un objetivo común, no se pierda a partir de ahora.
De todas formas, el que cada uno haga la guerra por su cuenta demuestra, en mi opinión, que pese a lo que ponías en un post anterior el campeón del mundo es el corredor, no la nación. Si fuese esto último, supongo que habría que dar medalla a todo el equipo y se incluiría en su palmarés (como ocurre en fútbol incluso con los miembros de la plantilla que no han jugado).

Sergio dijo...

Si, es un poco raro. En los Campeonatos, de los que el Mundial de fondo en carretera es una prueba más, se cuenta como nación, pero después como triunfo individual. Para darle más rareza, el próximo año ni siquiera formará parte del ProTour...El Mundial es una carrera extrañísima, pero ese es su gran atractivo.

Anónimo dijo...

sobre el mundial, en mi opinion debia de correrse por equipos. en el equipo siempre hay mas disciplina, es decir se evitaria lo de la seleccion italiana. al fin y al cabo el que les paga el sueldo es el equipo. y muchos corredores que ahora estan vetaos, podrian correr. o corredores que merecen correr, pero que al solo poder llevar 9 no caben, pues podrian ir.

por ejemplo, lo diez primeros equipos del pro tour, tendiran derecho a 8, los siguientes diez 6, los continentales 4 etc hasta un maximo de 200 corredores por ejemplo o algo asi.