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30 noviembre, 2005

Auge y caída de Roberto Heras

No. Los contraanálisis no existen para desmentir al análisis, sino para ratificarlo. Todos aquellos que siguieron con atención la segunda prueba a la orina de Roberto Heras debían saberlo. Y lo sabían. A unos se les disculpa por la normal aprehensión del aficionado traicionado y que se resiste a creer. A otros no. Me estoy refiriendo al diario El País, que el día de la exhibición del Liberty camino de Pajares no dedicó ni una mínima atención en la primera página, y que desde su exclusiva han dedicado un seguimiento inusitado a la confirmación del tanto que se apuntaron: que Roberto Heras se dopa. Bravo. El sábado 26, primera página de deportes y sesuda columna de reacciones. La semana de la vigilia, retratos de familia y detalles de abogados, casos de esperanza (Hamburguer, Llaneras, Guido). En vano.

Sigue el muro de ceguera en torno a Heras. Nadie se atreve a criticarlo, nadie. Se da gran alharaca a las declaraciones de Mancebo, el único que se sale del guión de plañideras (“El que juega con fuego, se quema”), pero hasta donde yo sé no he leído en ningún medio de comunicación la gran pregunta que cabe hacerse en estos casos:

¿Cuando empezó?

Nooooooo, que va, el gran Roberto ha sido pillado por un método no fiable, está pagando los platos rotos de la guerra entre la FCE y la UCI, entre la Vuelta y el ProTour, entre Manolo Saiz y todo el mundo vivo. Un cuerno. No avanzaremos nada hasta que no seamos conscientes de que no se pilla al tramposo en la primera ocasión en la que juega con cartas marcadas. Una vez confirmado el positivo, hay que preguntarse cuando se pudo producir antes. Dice Vicente Belda, en una de sus pocas declaraciones razonables, que se trata del mayor escándalo de doping desde el caso Festina…bueno, si tenemos en cuenta que Pantani en Madonna di Campligio en 1999 no fue estrictamente doping, puede pasar, pero para conocer la verdad del mal tenemos el caso Millar. Lo he utilizado frecuentemente en este blog porque es la confesión de un corredor que nunca dio positivo, pero confesó ante la jeringuilla con restos de EPO: la utilizó para ganar etapas en la Vuelta y un Mundial CRI, mientras recibía elogios sobre su clase y su futuro. Se dopaba cuando estaba bajo de forma, y nunca fue pillado.

Es bien conocida la epopeya ciclista de Roberto Heras. Formado en la escuela vasca, casi pasa a profesional con el Euskadi. Era un joven fibroso que andaba muy bien en montaña y con una buena punta de velocidad: así fueron sus primeras temporadas en el Kelme, con victorias en el GP Primavera y un debut en la Vuelta con victoria de etapa en El Morredero y 5º puesto final. Era 1997. En 1999 debuta en el Giro y logra su única victoria en el extranjero, nada menos que la etapa del Mortirolo por delante de Simoni y Gotti. Precisamente la etapa que no disputó Pantani. El salmantino estaba en auge, el cometa italiano iniciaba su caída. Con 26 años gana la Vuelta y ficha por el equipo de Armstrong, por 200 millones de pesetas al año y con esperanzas de mejorar contrarreloj, aunque pierde gran parte de la chispa que le caracterizaba. En 2002 pierde la Vuelta en la última crono con una prestación decepcionante, pero en 2003 gana una Vuelta disputada de menos a más, tras un Tour horrible. Nunca tendré pruebas, y no creo que jamás Heras tenga la entereza de hacer una confesión pública como la de Millar, pero para mí toda su trayectoria tiene que ser puesta en duda. No se cuando empezó a doparse, pero no fue en esta Vuelta. Si sé, en cambio, cuando no se dopó: en los dos últimos Tours. Así de triste, así de sentido común.

La etapa de La Mongie en 2002. La cronoescalada de Abantos. Calar Alto. Valdezcaray. Los días y los recuerdos se agolpan y en ninguno soy capaz de poner la mano en el fuego. No tengo tampoco porqué. No soy herista, ni nadie me paga, pero quizás Roberto Heras tendría que preguntarse por qué el día del contraanálisis sólo le escudaban Vicioso y Serrano. ¿Dónde está su superamigo Rubiera? ¿Cual es la razón por la que renuncia en el último momento al abogado especialista en rebatir resultados de laboratorio “por su elevada minuta”, cuando gracias a su trabajo en todas estas temporadas tiene asegurada su jubilación y la de toda su prole? ¿Quizás por que las pruebas son abrumadoras?. Y no vale la explicación ofrecida por Carlos Arribas en El País. La tan cacareada “familia” de Manolo Saiz, ¿dónde estaba ese día? ¿Dónde está el médico del Liberty? ¿Por qué Heras no dice el nombre de su médico particular? Bah, ya nada importa. El dopaje confirmado de Heras pone una mancha indeleble en la Generación de Oro del ciclismo español, mucho más allá de la suya particular. La historia del auge y caída de uno de los mejores corredores españoles por palmarés, pero que cierra su carrera en falso, al mismo tiempo que arroja sombras densas como el betún sobre todo el ciclismo.

17 noviembre, 2005

Un Giro extraño y duro, pero habrá espectáculo

El pasado fin de semana se presentó en Milán la edición 2006 del Giro de Italia. La ceremonia careció de cualquier tipo de interés, sin ninguna estrella internacional y sin ni siquiera el último vencedor, Savoldelli: su equipo se lo había prohibido tras la crucifixión pública de Lance Armstrong en la presentación del Tour 2006. Si a esto añadimos que el único corredor de nivel internacional que había manifestado públicamente su intención de disputar la carrera italiana –obligado por su equipo- era Roberto Heras, nos encontramos de nuevo ante la paradoja del ProTour: los mejores no van a las mejores carreras. El Giro de 2006 será un coto local, con alguna sorpresa extranjera, del tipo Rujano (que no ha vuelto a competir desde su fulgor en Finestre) u Osa. Se comenta que Ullrich podría tomar la salida…ya lo hizo en 2001 y no le gustó mucho la redada de San Remo, pero ese año disputó uno de sus mejores Tour. En todo caso, el T-Mobile es especialista en crear expectativa con sus estrellas. Sin ir más lejos, este mismo año mantuvieron hasta última hora la opción Klöden-Vinokourov…para después ir con Klier.

A lo que iba: el Giro se presenta como la tradicional carrera dura, con gran parte de esa dureza concentrada en la última semana. El diseño ha sido ideado por Angelo Zomegnan, un antiguo periodista del periódico organizador, que ha pecado de querer meter todo. Hay etapas en Bélgica (como en 2002), prólogo, contrarreloj por equipos, tramos sin asfaltar, Mortirolo y, si no llega a ser porque los corredores la han boicoteado, ¡una cronoescalada el último día!. Esto pasa cuando se pone a un aficionado al ciclismo a hacer cosas de organización: por mucho que sepa de ciclismo y lo ame, es un auténtico despropósito. Y se acabará pagando en la carrera, aunque el Giro siempre da jornadas espectaculares y emoción sin límite alguno.

Se parte el sábado 6 de mayo de Seraing –ya escenario de una crono del Tour, aquella tan emocionante de Indurain batiendo a Rijs en 1995- con un prólogo de 6´2 km que incluye una pequeña ascensión y las siguientes tres etapas son una apoteosis de explotar el territorio valón, con final en Namur (como en el GP de Wallonia) y alguna incursión en muros de la Lieja-Bastogne-Lieja. Y punto. Con sólo cuatro días de competición, habrá un día de descanso por el traslado obligado a Italia. Un despropósito jamás visto en una gran prueba por etapas…¡y es que encima les estará recibiendo una CRE de 50 km, la primera en el Giro desde 1989! Al menos el recorrido es llano, como la etapa siguiente, camino de Forlí, que será la segunda etapa más larga de la carrera (223 km.) como prólogo de la del día siguiente, la más larga con 230 km. por el difícil perfil de Las Marcas. El domingo, séptimo día de competición, primera llegada en alto al Paso Lanciano, el mítico Blockhaus donde Jose Manuel Fuente se olvidó de la fuerza de la gravedad y firmó una de las mayores exhibiciones de un escalador: sólo por ver esta etapa merecerá la pena el Giro. Además, los finales en alto en la primera semana favorecen las sorpresas y los hundimientos, aunque el recorrido favorece al corredor local, Danilo Di Luca. Dos etapas más de llano y el segundo día de descanso, miércoles 17 de mayo. No es para menos: la caravana tiene que subir desde el profundo sur hasta Toscana, por lo que el reposo brillará por su ausencia.

Y de nuevo, una crono de recibimiento: 50 km por un terreno quebrado, una distancia inusual en el Giro y que puede hacer muchas diferencias. Al día siguiente, espectacular llegada a la bellísima localidad marítima de Sestri Levante, con el durísimo Paso del Bracco a pocos kilómetros de meta. El Bracco es un auténtico puerto de los Apeninos Ligures: estrecho, grandes pendientes y emboscada en cada curva. Se llega así al segundo fin de semana de la carrera: el sábado final en la estación de esquí de La Thuile tras 216 km, tras subir antes el San Carlo y el increíble Pequeño San Bernardo. Habrá batalla y no tiene porque ser en la no muy exigente subida final, en pleno Valle de Aosta. Aunque es la primera vez que se sube en competición, la tradicional y prestigiosísima vuelta por etapas para aficionados que se corre en esa zona hace que todos los corredores transalpinos conozcan la subida. Y el domingo, la traca: otros 224 km. con final en Domodossola y “sólo” dos puertos, pero que puertos: el Gran San Bernardo y el Sempione, que no se sube en el Giro desde los tiempos de Mari Castaña.

La última semana tiene, tras una etapa de transición hacia los Dolomitas, el final en el Monte Bondone el martes y la etapa de 158 km. del miércoles, con final en el inédito Plan de Corones, sin asfaltar: 5´5 km a más de 2000 metros de altura con un tramo de pendiente al 24%. Para más Inri, antes se habrá subido el Pinei y el durísimo Erbe, por lo que tengo mis serias dudas de que la etapa no se acabe convirtiendo en una prueba de trial a ver quién es el que no se cae hacia atrás. Y a eso lo llaman ciclismo. El jueves será el día de atravesar los Alpes Julianos en una larga jornada de 227 km. con dos puertos de montaña, pero el último a cincuenta de meta. Discurso distinto es el del viernes, la etapa reina sobre el papel: 220 km con Forcella, la Marmolada y sus maravillosas rectas asesinas, el Pordoi por encima de los 2000 metros y final en alto en San Pellegrino.

Se podría decir que la carrera ya estará decidida, pero es que el sábado vuelve un viejo conocido: el Mortirolo, el puerto más duro que existe y capaz de invertir el orden de cualquier clasificación general. Y el criminal de Zomegnan, que ha diseñado el Giro porque nunca se ha subido en una bicicleta, lo inserta en una jornada de 212 km. y precedido por el Tonale y…el Gavia. Toma ya. Como con Olano en 1996, aunque esta vez el final de etapa está en Aprica y no en alto. Para el domingo estaba la bufonada de la cronoescalada al Ghisallo, la mítica subida del Giro de Lombardía donde está la patrona de los ciclistas: eran sólo 11 km en una semietapa por la mañana y después la tradicional pasarela hacia Milán, pero el sindicato de ciclistas ha dicho que es ilegal hacer semietapas en una gran vuelta por etapas. Curioso: el mayor especialista en ganar sectores parciales, Jens Voigt (tres años seguidos en el País Vasco, por poner un ejemplo), ha sido el vocal de esta justísima reclamación. Claro, como él no va a participar... Una lástima, porque este Giro va a necesitar valientes para rescatar una carrera asesina por las subidas, el recorrido de Monopoly y los traslados.

08 noviembre, 2005

Un deseo para el próximo año

La noticia estalló el lunes por las principales agencias de noticias, a punto para que al día siguiente todos los medios de información se hiciesen eco. Es normal. La noticia afecta nada más y nada menos que al vencedor de una gran vuelta por etapas, es español y era, hasta hace 24 horas, un corredor de trayectoria inmaculada. Roberto Heras, a falta del contranálisis, ha dado positivo por EPO en la crono de Alcalá de la última Vuelta. Y en todos los periódicos (una buena muestra es la crónica de Carlos Arribas en El País, matizada por otro articulo para guardar la ropa) la reacción ha sido opaca, seria, sin aristas: un parte de guerra, de una guerra que se cobra su enésima víctima, pero esta vez no hay corneadores que se ensañen con la víctima, como en el caso de Aitor González.

Analicemos fríamente los datos: un equipo que ya ha tenido dos hematocrito altos en la temporada (Ribeiro y Nozal: uno expulsado, el otro redimido), un corredor que volaba en la parte final de la Vuelta, hasta el punto que la jornada en la que da positivo pierde la etapa por centésimas ante un especialista en un terreno en el que nunca ha brillado, una carrera que el año pasado produjo los casos de doping sanguíneo de Santi Pérez (aunque fue cazado fuera de carrera) y Hamilton, un corredor con la rodilla maltrecha, pero que sin embargo se recupera para las etapas asturianas…elementos que se confabulan para que haya poca esperanza para Roberto Heras. Sin embargo, es imposible encontrar eco de alguno de ellos en ninguna de las crónicas. A Aitor González le recitaron todo el historial de fracasos, su relación con Eufemiano y la banda de la Covatilla y, entre líneas, su conversión a vasco para encontrar equipo. El que escribió esas cosas y el martes no se mojó con Roberto Heras debería releer lo escrito hace poco más de un mes. Y como me consta que muchos de ellos leen de vez en cuando este humilde blog, estaría bien recordar que un caso de doping es el mismo para figuras que para vedettes del ciclismo. Y que estaría bien que alguno se dignase a informar sobre el resultado de la autopsia a Alessio Galetti, que no ganó ninguna Vuelta, pero se murió en la carretera hace seis meses sin ninguna explicación.

¿Por qué tanta precaución en este caso? Heras es un corredor respetado, uno de los mejores de la historia del ciclismo español y respaldado por un importante patrocinador del ciclismo, que seguramente se vaya a replantear todo: si se confirma el positivo, Heras sería descalificado como vencedor de una gran vuelta. Como Ángel Arroyo. Como Pollentier. Ambos a principios de los ochenta, quizás demasiado lejos para que la gente se acuerde, pero de lo que si se va acordar es de la marca comercial. Todo son posibles explicaciones, así como la notable presencia de heristas en las principales redacciones, las mismas que no dudan en sacrificar a Armstrong ante pruebas mucho más insustanciales. Contra el doping no existen medias tintas: todos iguales. Incluso Heras, probablemente el corredor que menos se lo merecía por su carácter reservado. Pero así también era Santi Pérez, que todavía plañe su inocencia en los foros que le dejan (el último, en El Larguero celebrado en Gijón en la última Vuelta, un exhibición impúdica de juicios paralelos). Me duele imaginarme a Roberto Heras en la misma tesitura. Si se confirma su positivo, son dos años de sanción, por lo que se pondría en 33 años: con tres Vueltas a España confirmadas, sería difícil volver a encontrar motivación para volver.

Y ojito a no caer en los cuentos de la abuela de que es una venganza de la UCI por la falta de apoyo a Verbrugghen y su equipo, como ya se intentó vender el positivo (una historia que está paralizada, nadie sabe si se ha confirmado) de Aitor González. Esta carrera ya la hemos visto muchas veces, la carrera del ciclista capaz de resucitar después de arrastrarse en la carrera precedente, andar mucho mejor que sus rivales y salirse en especialidades que no son la suya. Y todos los años volvemos a picar. Qué error. Nadie esta libre, habrá que dar la razón en la cena de Navidad a todos esos que te espetan, mientras se comen la gamba y hablan de fútbol, “es que se meten todos”. Y en Nochevieja, pedir en silencio encontrar argumentos para seguir atento a este deporte, al deporte de competición en general.

03 noviembre, 2005

Un humorista llamado Lance Armstrong (y otras historias)

Se supone difícil la transición de astro del pedal a ciudadano corriente, aunque la carrera haya estado plagada de éxitos. Coppi seguía corriendo exhibiciones y arrastrando su leyenda cuando una enfermedad tropical se lo llevó por delante (como todo desaparecido italiano que se precie, hay misterio en torno a su muerte); Anquetil se desvinculó totalmente de su estela y se refugió con su bella rubia en una villa de ensueño antes de que el cáncer le consumiese; Eddy Merckx colgó la bicicleta con 30 años y una próspera empresa con su propio nombre le tuvo bien ocupado mientras amasaba kilos y millones; Hinault tardó pocos años en vincularse con la empresa organizadora del Tour, donde ejerce de Di Stefano rejuvenecido; e Indurain transita su madurez entre cargos testimoniales y variados como el COE, el jurado de los Príncipe de Asturias y la UCI, tras unos años de completa desvinculación. ¿Y Armstrong?

Armstrong es humorista. Si, como lo oyen. Pasea su popularidad fruto del binomio campeón-cáncer por los más populares talk-shows americanos, mientras rumia su rencor ante el enésimo rapapolvo del Tour en la presentación de la edición 2006 (todos los comentarios en el anterior post). Una de sus últimas actuaciones ha sido dejarse perseguir por un payaso que se hacía pasar por francés (ya saben: acento nasal, comer paté y leer a Rousseau dan la combinación perfecta) y que estaba interesado en hacerse con una muestra de su orina al grito de “J´acusse”. El espectáculo de latrocinio público que está ejerciendo el Tour con Lance Armstrong una vez que se ha retirado no tiene nombre, desde la revelación de su doping con EPO en 1999 una vez que acabó la edición de 2005 (cuando se tenían los datos desde la primavera de ese año) hasta la supuesta investigación de todas las muestras congeladas del heptacampeón americano, pero tampoco es de recibo que cada semana tengamos noticia del último numero circense del hombre que derrotó a su destino y que ahora parece cebarse en su propia condición de sospechoso. La historia va para largo, en estos largos meses sin competición estaré atento: acabará formando pareja en plan Tip y Coll con Ekimov, el simpático ruso que seguirá un año más en el equipo, hasta cumplir los 40. ¿Adivinan quién recibirá las bofetadas cariñosas que tan bien captó Alex de la Iglesia en “Muertos de Risa”?

Como ejemplo de que la mala transición de la vida deportiva a la de un ciudadano más no es exclusiva de Armstrong, habrá que decir que Cipollini está compitiendo en un programa de la RAI que se titula “Bailando con las estrellas”…no lo hace mal, pero su ego lleva mal no ser protagonista: hace unas semanas se encaró con un periodista que le hizo una observación sobre su carrera: “Tu eres un ignorante: mis cuarenta y dos etapas en el Giro equivalen a 120 goles en la Serie A, sólo que vosotros únicamente teneis ojos para el fútbol”. Jo, Mario, ya nos explicarás esa tabla de conversión.
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Patéticos algunos argumentos que se han atribuido a Manolo Saiz defendiendo el ProTour: “El año pasado siguieron la Paris-Niza cien periodistas y este año 185” o “Se ha podido ver la Vuelta a Suiza en 130 países”. Recordemos: la Paris-Niza se vio en España en resumenes a las tres de la mañana y si hubo mayor cobertura informativa fue porque fue la primera carrera del ProTour: que diga el impacto de la Vuelta a Polonia; y la Vuelta a Suiza, sencillamente, no se vio: yo tuve que ir a casa de un amigo con parabólica a sintonizar la nacional suiza. Y estamos hablando de España, uno de los países donde se sigue más el ciclismo
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El CSC, que ya ha ganado este año la clasificación por equipos del ProTour (batiendo al Rabobank, que ha hecho una temporada increíble), se ha reforzado bien y barato, y eso es mérito de Rijs. Acaba de cerrar una plantilla de 30 corredores, reflejo de la ambición que le anima, y las dos últimas incorporaciones son Iñigo Cuesta, por referencias de Carlos Sastre (fueron buenos compañeros en la ONCE, donde les tocó gastar fuerzas por compañeros), y Gustov, el ruso que estaba en Fassa y que algunos años ha volado en las clásicas. Rijs ha conseguido que un corredor de 36 años como Lombardi (los mismos de Cuesta) haya acabado este año Giro, Tour y Vuelta: la locura de llevarlo al Mundial ya fue consecuencia directa de Ballerini. Esperemos que logre lo mismo con el burgalés de Villarcayo, uno de los corredores con más clase y profesionalidad del pelotón.